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Encuentros con la Amazonía

Jul 06, 2023

La selva peruana, más que un lugar, es un conjunto de experiencias con la biodiversidad del planeta y lo que esto despierta en nuestro universo interior.

La selva peruana, más que un lugar, es un conjunto de experiencias con la biodiversidad del planeta y lo que esto despierta en nuestro universo interior. Amak lo sabe y, por eso, a cada paso, nos va conduciendo por una forma de viajar consciente y ecorresponsable.

Iquitos es una ciudad que se deja querer rápidamente. El aire fresco y relajado de la gente de la Amazonía, la hospitalidad que se percibe de lejos y de cerca, y las variopintas postales que van dibujando sus calles nuevas y sus edificios históricos hacen que descubrirla sea una travesía inacabable y bella.

Fuera de la ciudad, y pese al calor, el paisaje se hace más querible. Guido Chota nos ha recogido en la plaza principal de la capital de Loreto y nos lleva al centro de rescate CREA. Allí despertamos, de golpe, a la cruda realidad del tráfico de animales, un negocio ilegal “que usa como cómplice al turismo de animales”, nos dice uno de los rescatistas.

Él nos cuenta brevemente cómo es que los manatíes estuvieron a punto de extinguirse en la época del caucho, por su piel y por su grasa, y que muchos de los animales utilizados hoy para el turismo mueren, rápidamente, debido al estrés que sufren tras ser cargados por los seres humanos contra su voluntad.

 

Amak y su contribución al rescate de la selva

Es de esta manera que Amak Iquitos –el lodge donde trabaja Guido– nos hace tomar consciencia sobre el tipo de visita que queremos hacer en los próximos días: una más contemplativa y ecorresponsable, sin la intrusión agresiva que fomentan algunos operadores turísticos de esta ciudad amazónica.

Guido nos lleva ahora al puerto de Bellavista-Nanay. El caos de la venta ambulatoria y de las idas y vueltas de los estibadores se transforma, pronto, en calma ribereña. Ramón Vásquez toma el timón del barco que nos dejará, en unos minutos, en el lodge.

Unos delfines grises y rosados nos arrancan sonrisas de asombro. El conductor apaga el motor y ellos pierden la timidez. Se dejan ver jugando y saltando sobre el río. “Los que saltan son los grises, y los más grandes, que solo dejan ver el lomo, son los rosados”, nos explica Ramón, el conductor.

Minutos después, la Isla de los Monos aparece ante la embarcación, Amak Iquitos se encuentra muy cerca de allí, pero hay que tomar un camino más largo porque el cauce más corto –que pasa por el río Yanayacu– está lleno de guamas, gramalotes y pitucuyus, unas plantas acuáticas que impiden la navegación cuando el nivel del agua es bajo.

 

Cabañas de lujo

El recibimiento en Amak es cálido gracias a la amabilidad de Gelver Bocanegra, el encargado de las experiencias que tendremos los próximos 3 días, y a la maravillosa cocina de Gerty Castillo, un chef que aprendió rápidamente los secretos de los sabores amazónicos para engreír nuestro paladar con platos tradicionales y de fusión.

Pronto nos entregamos al guiado de Julio y Roy Lomas, quienes nos llevan a las aguas mansas y oscuras del Yanayacu (río negro en quechua), al lado del lodge, para aprender a pescar pirañas con el fin de comerlas esta misma noche.

 

Segundo día

No hay nada como amanecer con el sonido de miles de aves desconocidas que trinan en coro con los infinitos insectos de la selva y el chillido de algunos monos exploradores. La luz que ingresa a través de los mosquiteros y que dejan ver con sutileza las líneas de los árboles hace desear que esos breves minutos sean eternos.

Enciendo la grabadora para eternizar ese maravilloso canto coral antes de salir en busca del árbol más majestuoso y longevo de la comunidad Las Palmas, una lupuna de más de 300 años de edad, que Julio y Roy nos hacen conocer en la tierra que los vio nacer.

Ellos también nos enseñan cómo se cultiva la yuca, el maíz, la cocona, el zapallo, la caña agria, las palmeras de aguaje y otras plantas que contribuyen a la economía de las familias de esa comunidad. También nos cuentan sobre los remedios naturales que los lugareños utilizaron para curarse del Covid.

Horas más tarde podemos ver la destreza con que un miembro de una tribu yagua sopla la cerbatana. La artesanía local logra lucirse antes que la noche nos sorprenda en nuestras cabañas.

 

Tercer día

Llega el tercer día y la experiencia más esperada: la visita a la isla de los monos, un enorme centro de rescate de 450 hectáreas donde son los humanos quienes se ven manejados a la voluntad y capricho de los huéspedes peludos del lugar.

A diferencia de los centros turísticos que manipulan a los animales para las fotos de los turistas, aquí son los monos quienes posan (y se posan), voluntariamente, sobre hombros y cabezas humanas. Muchos de ellos han sido víctimas del tráfico, sin embargo, eso no ha mermado el afecto que muestran hacia las personas que los visitan.

Hay monos tocones, choros, leoncito, aulladores, maquisapas y capuchinos, entre otras especies. No es la primera vez que llego a este refugio natural al aire libre, pero la experiencia en este lugar siempre es nueva y emotiva.

 

Cuarto día

Decido quedarme un día más. Llegan nuevos visitantes al lodge y nuestros guías deben llevarlos a pescar pirañas. Ahora es Mamerto Macahuachi, quien nos guía hacia el centro poblado de su comunidad, donde podemos conocer algunas plantas medicinales y el manejo ganadero de algunas familias.

 

Mientras navegamos en medio de la belleza exuberante de las flores de loto, Mamerto nos cuenta que en su comunidad solo hay inicial y primaria. Para estudiar secundaria hay que viajar a la isla del frente, Timicuro Grande. “Y si lo que se quiere es estudiar algo superior, hay que ir a la ciudad de Indiana”, varios minutos más lejos en bote.

Así de contradictoria es la selva loretana y así de honestas y enriquecedoras las experiencias de Amak Iquitos. El regreso es igual de mágico, lleno de delfines grises y rosados. Lleno de sonrisas cómplices y nuevas amistades.

En la mente, los amaneceres siguen sonando potentes, y aún saboreo la prodigiosa gastronomía del lodge, que el último día se lució, por partida doble, gracias a la visita de Jorge Aguilar, el chef corporativo de Amak. Nos espera el puerto caótico, nuevamente, pero también la belleza antigua de la ciudad sin comunicación terrestre más grande del mundo.


https://infoturlatam.com/encuentros-con-la-amazonia/

 

Fotos y texto: Claudia Ugarte

INFOTUR LATAM

www.infoturlatam.com

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